La imagen de la desigualdad en España en 2014

Luis Molina Temboury es economista

Para quienes pensamos que el gran reto que debemos afrontar en el corto y medio plazo es la desigualdad se ha publicado recientemente uno de los informes más esperados del año, el Global Wealth Report de Credit Suisse y su correspondiente Databook, que ofrece información detallada y actualizada sobre la distribución de los patrimonios en 2014. Su interés se explica porque los yacimientos estadísticos oficiales, sean nacionales o internacionales, proporcionan datos sobre flujos de riqueza o rentas y no de los stocks o patrimonios. Estos últimos son difíciles de cuantificar, entre otras cuestiones por la opacidad de los paraísos fiscales, pero son imprescindibles para un análisis riguroso de la desigualdad.

Los patrimonios son la medida apropiada de la desigualdad porque indican la independencia personal o el poder económico de quienes tienen más y también el grado de dependencia y subordinación a ese poder por parte de quienes tienen menos.

1Todo el mundo dispone de rentas, sean beneficios del capital, salarios, subsidios, ayudas familiares o aunque sean unos céntimos de la mendicidad, pero no todo el mundo dispone de patrimonio. De hecho, según el citado informe de Credit Suisse , más del 10% de los españoles poseen menos que nada porque tienen un patrimonio negativo. Para ese colectivo mantener un flujo de rentas del exterior, por pequeño que sea, es una cuestión de supervivencia. No se puede dedicar un patrimonio que consiste en deudas a salvar un bache de los ingresos.

Los patrimonios son el auténtico poder económico. Son más estables, menos volátiles que las rentas, su distribución es bastante más extrema -increíblemente extrema para quien no haya tenido antes noticia estadística- y evoluciona a peor. Por poner unos ejemplos, el 50% de los habitantes del planeta tenía en 2010 el 1,6% de la riqueza global. En 2014 esa mitad de la humanidad ya sólo posee el 0,7%. Y en el otro extremo, el 1% que más tenía en 2010 acaparaba el 43,6% de la riqueza conjunta; sólo cuatro años después se llevan el 48,2%. El Presidente Obama y el Papa Francisco coinciden en que la desigualdad es un grave problema, y a la vista de estos datos parece que llevan razón.

La pobreza no es una tendencia natural ni un factor inevitable. Es la consecuencia de la aplicación de políticas económicas que están al servicio de los intereses de una élite que, manejando los flujos de la riqueza, acapara progresivamente los stocks. Por eso es necesario poner el foco tanto en las corrientes de las rentas como en su desembocadura, los patrimonios. La desigualdad, además de una injusticia social y un peligro para la democracia, es una grave ineficiencia que amenaza con estrangular el sistema económico porque su crecimiento continuo es inviable. No tenemos un problema de pobreza sino de pésimo reparto de la riqueza.

Pero volviendo a esa posible mejor imagen para representar la desigualdad, parece que los indicadores estadísticos oficiales que se usan para medir la de las rentas tampoco son adecuados. O al menos esto es lo que nos dice el economista de moda, Thomas Piketty, en su best seller, El Capital en el siglo XXI, cuando advierte que la forma en que se intenta medir la desigualdad nunca es neutral.

Según Piketty los indicadores sobre desigualdad de rentas que utilizan las oficinas estadísticas, como el coeficiente de Gini o los ratios interdeciles, son herramientas muy pobres porque no explican los entresijos de la desigualdad. Su propuesta es ampliar la información ordenando la población por su nivel de renta, o patrimonio, y observar lo que ocurre en los distintos deciles y percentiles. También advierte Piketty que la desigualdad de las rentas del capital es siempre mayor que la de las rentas salariales, lo que deviene en una tendencia hacia una mayor desigualdad de los patrimonios.

Siguiendo ese enfoque estadístico propuesto por Piketty, y con los últimos datos publicados por Credit Suisse, se puede componer el siguiente retrato de la desigualdad en España.

Para Piketty hay tres zonas que tienen una especial relevancia en el estudio de la desigualdad. Una de ellas es el último decil, ese diez por ciento de la población que más tiene, que en España detenta una amplia mayoría del poder económico: el 55,6% de la riqueza total. Ascendiendo hacia arriba dentro de ese decil, la absorción de la riqueza crece de manera exponencial: el 1% de la población posee el 27% de la riqueza conjunta. Es decir, que el diez por ciento del diez por ciento más rico acapara cerca de la mitad de la riqueza de ese subgrupo, y así hacia arriba progresivamente. En esas zonas se mueven quienes controlan el poder económico en España, a través de participaciones estratégicas y representantes bien pagados en los consejos de administración, y también -gracias a mecanismos como las puertas giratorias o financiando medios masivos de comunicación, laboratorios de pensamiento neoliberal y grupos de presión- quienes acumulan un poder político creciente que sigue alimentando sus inmensos patrimonios.

Una segunda zona de interés, para Piketty, sería observar el ingreso de los cuatro deciles centrales, ese 40% que podría considerarse representativo de una amplia clase media. En España poseen el 19,9% de la riqueza, casi la mitad de lo que les correspondería si se repartiese equitativamente, lo que viene a demostrar que las clases medias no son tan medias como muchos piensan, incluidos ellos mismos.

Finalmente, la tercera zona propuesta por Piketty serían los cinco primeros deciles agregados, porque es significativo dividir la población en dos partes y saber qué proporción se lleva cada una. En España, esa primera mitad no llega siquiera al diez por ciento (el 9,7%).

Y echando un vistazo a lo que ocurre en los tres primeros deciles de abajo, que por lo exiguo de los datos se han representado juntos en el gráfico, al primer diez por ciento le corresponde esa riqueza negativa antes comentada que, siendo deudas, es importante, el -0,3%. El segundo decil se reparte el 0,6% de la riqueza conjunta, y el tercero un 2%. Entre los tres, el treinta por ciento de la población, sólo tocan al 2,3% de la riqueza conjunta.

Como se ve, esa imagen de la desigualdad en España, obtenida de unos pocos datos de Credit Suisse, proporciona bastante información y da para bastante reflexión. El informe está repleto de datos interesantes, tanto para el análisis comparado de la desigualdad por países y regiones como para observar su evolución. Por ejemplo, el gráfico 8 del Global Wealth Report, sobre la composición regional de la desigualdad, podría ayudarnos a entender el éxito económico de China y también los problemas de Occidente, aunque eso daría para otro artículo que probablemente sería más discutible.

22 comentarios en “La imagen de la desigualdad en España en 2014

  1. Pingback: La imagen de la desigualdad en España en 2014

  2. Una radiografía clara y sencilla. Impresionante que el primer decil de la población española tenga un patrimonio negativo

    • Gracias.
      Más impresionante es que hace tres años (2011 es el primer año con datos para España por deciles) tenían al menos el 0,2%. La crisis está pasando una dura factura a los de más abajo. No así a los de más arriba. El último decil tenía hace tres años el 51,1% de todo el patrimonio conjunto (en 2014 el 55,6%) y el último centil acaparaba el 22,6% (ahora el 27%). Tres años de recortes, pero no para todos.

  3. Gracias Luis Molina por sustentar con el clamor de estos contundentes datos la idea de que » … la desigualdad, además de una injusticia social y un peligro para la democracia, es una grave ineficiencia que amenaza con estrangular el sistema económico porque su crecimiento continuo es inviable».
    Me temo pero que ya saldrá el FT de turno o cualquier otro think tank neoliberal, que se encargará de sembrar la duda sobre la corrección de los datos de esos anti-sistema de Credit Suisse …

    • Gracias Leonardo. De momento son datos muy poco comentados salvo por quienes vienen asociando acertadamente desigualdad de patrimonios y pobreza, como Oxfam Intermon. Siempre da más juego el lío del Gini con las rentas que la claridad de los deciles con los patrimonios. Veremos.

      • El artículo está muy bien pero no creo que el Gini sea un lío y la ventaja es que hay serie histórica amplia. Lo que falta es explicación y análisis relacionado con él.
        Gini se puede calcular para las rentas y para el patrimonio; en concreto para estos datos da 0,34416, que es muy bajo. Y aunque tiene razón Piketty de que no informa de los valores intermedios, es un modo eficiente de hacer un seguimiento de si la desigualdad aumenta o disminuye.
        Por otra parte es cierto que el patrimonio da poder pero se vive de la renta; lo importante es poner el foco político en que las leyes no permitan que las rentas de capital (sobre todo las netas) superen las de trabajo, de manera que la desigualdad acumulada siga aumentando. Hay muchos analistas que opinan que el crecimiento de la desigualdad en el Patrimonio también está relacionado con el impresionante y desmedido aumento en la disparidad de las rentas de trabajo, de manera que una cantidad significativa de ricos (del 10% e incluso del 1%) provienen de las retribuciones medidas en decenas de millones de dólares anuales que se registran en las cúpulas de algunas empresas, principalmente financieras, debido, entre otras cosas, a los incentivos perversas que tan relacionados están con la crisis.
        En cualquier caso, en el mundo occidental parece más plausible la implantación de políticas de igualación de las rentas, que incluirían impuestos sobre el patrimonio, que de políticas de expropiación de los patrimonios.

      • (Respondo desde aquí al siguiente comentario ya que no encuentro la pestañita para hacerlo desde el suyo.)

        Gracias por tus comentarios. El artículo sólo pretende presentar la desigualdad como un problema a resolver. Si la solución pasa por limitar por ley que las rentas del capital no superen a las del trabajo (difícil cuando los salarios caen en términos reales debido a las políticas de austeridad), o imponer una horquilla de salarios máximos y mínimos, o volver a gravar los patrimonios, o reforzar los impuestos progresivos… es otra discusión que empieza cuando se reconoce que la desigualdad es un problema. Pero fíjate que tú mismo comentas que según el índice de Gini no hay problema (“es muy bajo”). Si los indicadores habituales de la desigualdad nos la presentan como no problemática o normal, entonces tenemos un problema adicional a la propia desigualdad.

        Sobre esa cuestión, Piketty dice cosas muy interesantes. Por ejemplo, que es mejor expresar porcentajes de riqueza que ofrecer medidas estadísticas artificiales que pueden ser difíciles de interpretar; que es imposible resumir una realidad multidimensional con un índice unidimensional sin caer en una simplificación de asuntos y mezclar cosas que no deben juntarse; que la realidad social y el significado económico y político de la desigualdad son muy diferentes en los distintos niveles de distribución, por lo que es importante analizarlos por separado; que las tablas de distribución (deciles y percentiles) son valiosas porque muestran a cada cual dónde se encuentra en la jerarquía existente; que las tablas de distribución nos permiten una comprensión concreta y visceral de la desigualdad social frente a índices, como el Gini, que dan una visión estéril y abstracta; que los índices frecuentemente obscurecen el hecho de que hay anomalías e inconsistencias en los datos subyacentes, o que los datos de otros países o de otros periodos no son comparables… Dice más cosas interesantes Piketty sobre el asunto sin rehuir la autocrítica. Por ejemplo, expone que los economistas nos preocupamos demasiado frecuentemente de problemas matemáticos baladíes de interés sólo para nosotros mismos, o que la metodología estadística que utilizamos nos impide darnos cuenta de que pertenecemos a la parte más alta en la jerarquía social. En fin, que, como propone Piketty, me quedo con esa imagen de la desigualdad por deciles y centiles antes que con el Gini.

        Respecto a la serie histórica amplia del Gini, me parece bastante mejor para el análisis de la desigualdad la World Top Incomes Database http://topincomes.parisschoolofeconomics.eu/

        Se echa de menos una World Top Wealth Database, pero para construirla habría que empezar por saber lo que esconden los paraísos fiscales, que no debe ser poco a la vista de las estimaciones de Credit Suisse.

      • Muy poco importa la exactitud de las heladas cifras.Mientras una mayoría de la humanidad es solidaria y arropa a un grupo que sufre los consabidos «daños colaterales»;unos pocos sádicos,codiciosos insaciables (nuestros enemigos de la Sombra) lo globalizan y esparcen para ser más asquerosamente ricos.

  4. Pingback: La imagen de la desigualdad en España en 2014 | No más de un millón

  5. Excelente Luis. Claro, sencillo y contundente como la realidad. Este artículo debería estar colgado en muchos despachos y a la entrada de los colegios electorales: «la realidad tal cual, y ud. decida».

    • Gracias Ecora. Es importante que estos pequeños grandes secretos se vayan difundiendo para saber al menos dónde estamos.

  6. El problema no es la desigualdad, si no la pasibilidad que tienen los menos ricos es subir escaños y poder ser más ricos. Porque en este país se sanciona a las personas que intentan sobresalir del resto y si es con méritos propios más aun. Y el estado no ayuda (con la burocracia y los impuesto), a no ser que seas un amiguete.

    • Gracias por el comentario. En mi opinión, esa desigualdad descrita en el gráfico es el gran problema que enfrenta la sociedad. Y será el Estado, en democracia y aplicando políticas económicas racionales, quien deberá resolverlo. La élite que viene acaparando crecientes parcelas de poder económico y político no lo hará. Eso sí, como comentas, el Estado debe funcionar de manera eficaz y garantizar la igualdad de oportunidades, lo que en un escenario de desigualdades extremas y crecientes deviene en utopía.

    • Este tipo de comentarios, además de aportar neologismos de nuevo cuño «pasibilidad» con b, que no se si debe referirse a pasividad o, a la posibilidad de pasar, recrea una narrativa que culpa a los pobres de su pobreza. Lo cierto, es que nada indica que eso sea así, todo lo contrario, existe barreras de entrada tan altas, el libro de Pikkety es aleccionador y muchos otros, entre ellos el de Stiglitz (El precio de la desigualdad), con argumentos y datos que desmienten esa narrativa. Las narrativas son explicaciones en retrospectiva que nada explican pero que aparentemente casan con los hechos, aunque en este caso hasta tal calificativo peca de generoso ante la ausencia de argumentos aunque sea en forma de «epiciclos» y «equantes» ptolemaicos.

      Por otra parte, no deja de ser un reflejo, por desgracia, de una parte importante de nuestra sociedad y, su creencia en mitos como el mercado separado del estado, cuando es el estado el que crea el mercado que no es nada «natural» y contrapuesto al estado.
      http://autonomiaybienvivir.blogspot.com.es/2014/11/la-mano-visible-que-mece-el-mercado.html

      • pues yo estoy… sin ninguna duda… dentro del 80% de los que controlamos poco más del 30% de la riqueza… y si… pienso que los culpables de nuestra pobreza somos nosotrso mismos… ya que la mayoría de nosotros haríamos lo posible si pudiéramos y supiesemos para estar dentro del 1% que acumulan casi tanta riqueza como nosotros… pero no es por eso por lo que somos culpables… si lo somos por aceptar un sistema que nos perjudica a la masa… por seguir idiotizados con el fútbol… programas basura… campañas de marketing de políticos y compañías… por creernos que si no tenemos un cacharrito con una manzanita dibujada en el bolsillo que nos cuestan dos o tres semanas de trabajo y que tendrá una vida media de 100 semanas no somos nadie… que si no nos pasamos dos o tres horas a la semana en una tienda de inditex comprando algo que usaremos tres o cuatro veces y luego tiraremos… bueno… contratamos nuestra electricidad a fenosa y gas natural en lugar de contratar con compañías más pequeñas y con mayor ética… seguimos permitiendo que bbva, santander y caixa copen la mayor parte del volumen financiero del país… voy a dejar de dar ejemplos pero podría escribir mil líneas más…
        somos responsables de nuestras prácticas de consumo… seguimos premiando con nuestras compras a las grandes cadenas mientras dejamos al pequeño comercio perecer o ignoramos el autoconsumo… permitimos la idiotización a la que nos inducen y no queremos ver como funcionan las cosas…
        podrás ridiculizar mi forma de expresarme o intentar quitar fuerza a mi argumentación con mis (seguro que los hay) errores ortográficos… céntrate en el cómo digo las cosas si quieres… pero todo ello no va a evitar que sigamos siendo responsables de nuestros actos…

      • Oscar

        Lo que ahora dices nada tiene que ver con tu primer comentario. Ahora comentas que la sociedad es tal como merecemos que sea dada nuestra actitud. En eso hay parte de verdad, no toda, ya que existe por parte del poder económico que a través de su brazo político realiza una deliberada propaganda y extiende un velo de confusión con la finalidad de que la gente piense en si misma como una átomo aislado del resto de la sociedad. Eso es el principio rector de la economía neoclásica dominante que no es una ciencia sino el soporte a una determinada ideología que da muestras de agotamiento.

        Estas hablando de cosas como el consumismo como mero posicionamiento que no producen más bienestar sino que conducen por un lado a la depredación del capital natural, sus recursos y su sistemas bióticos que actúan de sumideros pero que son los que sustentan la vida en nuestro planeta y, por otra parte, a una profunda desigualdad ya que esas prendas que mencionas en tu comentario, se fabrican generalmente en condiciones infrahumanas. El problema es político, porque la economía no es una ciencia dura, es una ciencia social que se engloba en la política. El gran éxito del capital es haber creado la ficción de separación entre economía y política, dejando fuera del debate a la economía reservada para los sumos sacerdotes que son los encargados de interpretar que dicen los dioses en forma de mano invisible. Todas sus fábulas han penetrado en lo más profundo de la mentalidad de la gente. Es interesante leer a Graeber (En Deuda) cuando comenta como incluso en Madagascar después de 100 años de la ocupación colonial había penetrado una fábula como la del nacimiento del dinero a partir del trueque (Adam Smith) que jamas ha existido en ninguna civilización conocida (ejemplo perfecto de narrativa, algo que parece casar con los hechos pero que es completamente falso). La creación de mercados necesita el dinero y el dinero necesita al estado, pero para un neoliberal es inaceptable pues como tu mismo te ves, eres un hombre que obtiene su utilidad aislado del resto de la sociedad gracias al intercambio. El mercado ha de ser una compulsión natural del hombre y sus deseos hedónicos que le conducen al intercambio. Lo que ocurre es que eso es falso, pero es necesario convencer a la gente de que esa es la realidad. (es recomendable leer «Pensar rápido, pensar despacio» de Kahneman para ver cuan falaces son algunas de esas percepciones)

        Lo primer que has de tener en cuenta es que la economía no es más que un subsistema de un sistema mayor, el social y este lo es de la biosfera. El problema es que la economía (lo que tu dices es un reflejo perfecto de eso) se considera el todo relevante, por lo tanto a nivel agregado no tiene coste de oportunidad puede crecer indefinidamente. En el siguiente enlace se explica con un poco más de extensión (http://economiapangloss.blogspot.com.es/2014/03/las-falacias-del-crecimiento.html ). Eso lo hace porque ignora sus límites, hasta cierto momento eso es posible, pero cuando te vas acercando a esos límites, te das cuenta que el crecimiento que ha sido la esperanza que se ha dado para no afrontar la desigualdad en el reparto de la riqueza ya no funciona (en un comentario mio posterior hay una cita de Daly que lo resume perfectamente).

        Sin crecimiento del producto y reconociendo que no vivimos en el Jardín del Edén (http://economiapangloss.blogspot.com.es/2014/05/la-economia-del-jardin-del-eden.html ) afrontar primero al escala óptima de la economía y luego la redistribución es prioritario. Si lo que tu dices sirve para afrontar esa realidad pues perfecto.

  7. Creo que conviene citar un párrafo que traduje del capítulo V del libro «Steady-state Economy» (1977) de Herman Daly donde se refleja el problema:

    «El origen de este fetichismo respecto al flujo de la economía ortodoxa tiene dos aspectos. Primero, es un concomitante natural de los primeros estadios de la sucesión ecológica (Odum, 1969). Los ecosistemas jóvenes (y las economías cowboy) tienden a maximizar la eficiencia productiva, esto es, el ratio entre el flujo anual de biomasa producida y el preexistente stock de biomasa que la produjo. Los ecosistemas maduros (y las economías astronauta) tienden a maximizar el ratio inverso entre el stock de biomasa existente y el flujo anual de biomasa que mantiene el stock. Este último ratio aumenta cuando la eficiencia del mantenimiento se incrementa. La teoría económica se queda rezagada respecto de la sucesión ecológica. La otra razón para el fetichismo respecto al flujo es ideológica. Concentrándose en el flujo se desvía el foco de atención de la muy desigual distribución del stock de riqueza que es la fuente real del poder económico. El flujo de renta también está desigualmente distribuido, pero al menos todo el mundo obtiene algo y, la teoría de la productividad marginal lo hace parecer bastante justo. Redistribución de la renta es liberal. Redistribución del la riqueza es radical. Políticamente, es más seguro mantener la renta en el centro del análisis, porque no todo el mundo posee un pedazo del stock productivo y, no hay ninguna teoría que explique la distribución de la riqueza. Poner los stocks (riqueza) en el centro del análisis puede plantear preguntas descorteses»

    Esa falta de una teoría sobre el capital, es en realidad el meollo de la cuestión, de ahí que la renta y su crecimiento ad infinitum resulte el único remedio posible, de ahí la obsesiva preocupación por el crecimiento del producto en términos de PIB. Siguiendo a Daly:

    «Como lo expresa Wallich tan francamente en defensa del crecimiento: “El crecimiento es un sustituto de la igualdad en el ingreso. En tanto haya crecimiento hay esperanza y, eso hace las grandes diferencias en el ingreso tolerables” (1972). Somos adictos al crecimiento porque somos adictos a las grandes desigualdades en la renta y la riqueza. ¿Qué ocurre con los pobres?. ¡Dejemos que coman crecimiento! ¡Mejor aún, dejemos que se alimenten de la esperanza de crecimiento en el futuro!»

    Saludos

    • Conocía esa cita de Daly que me parece muy oportuna. Efectivamente, poner los patrimonios en el centro del análisis puede plantear preguntas descorteses. Y a la vista está cómo evoluciona su distribución. Gracias por la aportación.

  8. Pingback: La desigualdad rampante y las Marchas de la Dignidad | Punts de Vista

  9. El peligro para la democracia lo resumió algún presidente de EE UU (no le atribuiré a ninguno la cita porque no lo recuerdo): «si alguien es ta rico como para poder comprar a EE UU intentará hacerlo»

Deja un comentario